En los últimos meses, sabiendo que se agotaba el combustible, los responsables de la misión decidieron enviar órdenes a la nave para que realizara varias zambullidas en la densa atmósfera de Venus acercándose más y más a su superficie (hasta 130 kilómetros), una operación calificada de acrobática que ha permitido a los científicos obtener información adicional que no podían tomar desde la órbita normal de trabajo, mucho más alta, del artefacto. Estas operaciones, además, han proporcionado experiencia a los especialistas de control de vuelo acerca del denominado aerofrenado, un tipo de maniobra delicada que se ha utilizado ya –por ejemplo, en Marte- para poner en órbita una nave espacial rozando en sucesivas pasadas las capas altas de la atmósfera y perder así velocidad por la fricción hasta quedar atrapada gravitacionalmente, lo que ahorra combustible de frenado.
OPINIÓN
Esta sonda espacial que tantos progresos nos ha dado ha marcado un antes y un después.
Gracias a ella hemos descubierto grandes cosas
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